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DIARIO REFLEXIVO

LA FÁBULA DE ESOPO Y SU EVALUACIÓN !

La evaluación es la parte del curriculo que sirve para la mejora de los procesos de enseñanza-aprendizaje, es continua (a lo largo de todo el proceso se busca, y se valora la información), formativa (sirve para la mejora y el avance) y sistemática (prevista y organizada con instrumentos y momentos concretos). Puede ser interna, si la realizan personas que están inmersas en los procesos autoevaluación si se evalúan a sí mismos (alumnado), coevaluación si juntos atienden a los avances o bloqueos (profesorado y alumnado mutuamente) o puede ser externa, heteroevaluación si la llevan a cabo quienes no forman parte del proceso (sólo el profesor valora los avances de los alumnos, o el médico diagnostica la salud del paciente). El valorar la consecución de los objetivos marcados y de nuestros procedimientos nos hace rectificar a tiempo (el médico no supo evaluar durante el tratamiento y realizó el diagnóstico cuando el señor ya había fallecido).  Los referentes son los objetivos específicos y los conocimientos adquiridos (qué síntomas tiene el paciente, cómo se pueden eliminar para que su estado de salud mejore). Es necesario evaluar el proceso de Enseñanza, nuestra práctica educativa (como médico qué  estrategias pongo en práctica) y el de Aprendizaje, desarrollo de capacidades por parte de los niñ@s de acuerdo con los objetivos (evolución del paciente). Se emplean técnicas como la observación directa de comportamientos en el aula, el análisis de producciones y de documentos elaborados por el profesor y por el equipo educativo. Los instrumentos que se usan son entre otros: Fichas de estimación, listas de control,  escalas de seguimiento, diarios y anecdotarios y como no, los exámenes. Se lleva a cabo en tres momentos  relevantes: al principio una evaluación inicial; en el durante, una evaluación procesual; y al término, una evaluación final. Necesitamos primeramente saber de dónde partimos, ¿cuál es el nivel de aprendizaje y los conocimientos previos? y  durante el proceso hacer una valoración continua del procedimiento que como docentes llevamos a cabo, y el resultado que tiene en el alumnado para hacer las pertinentes modificaciones, y por último,  una evaluación final que nos permite sacar unas conclusiones que nos ayudan a mejorar nuestra práctica diaria, de este modo no nos detenernos en un punto clave (examen final)  y atendemos a todos los factores que han intervenido, tanto por parte del profesorado como del alumnado, se orienta al recorrido y no tanto al producto, de esta manera “las correcciones debemos hacerlas en el momento oportuno para que no sea tarde”.  

Para esto hay que tener en cuenta  las características de los discentes: intereses, motivaciones y capacidades (el paciente en el cuento),  del educador: expectativas, formación, motivaciones... (doctor en la fábula ), de la materia y métodos: tema, objetivos, técnicas, ... (cómo y cuándo sanar al enfermo del cuento) que influyen en cómo se enseña y en cómo se aprende. Y así poner los medios cuando es necesario y no esperar al final cuando ya no tiene solución (como en la fábula , cuando el enfermo ya no está ...).

MAYTE LUCAS

  

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