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DIARIO REFLEXIVO

TEMA 7: LA EVALUACIÓN

ADIÓS AL CERO

 La medida adoptada por el Ministerio de Educación al respecto de la evaluación numérica consistente en eliminar el cero como una opción, pasando así el uno a ser la nota mínima, parece poco profunda.

Desde mi punto de vista, está claro que es muy poco probable o imposible que un alumno a final de curso haya pasado por una asignatura sin haber adquirido un mínimo aprendizaje. Y si esto ocurre, entonces a quien se debería evaluar muy seriamente es al profesor o profesora que está a cargo de esa materia, ya que no ha sido capaz de captar mínimamente la atención del alumno. En caso de que el motivo de obtener la calificación de cero sea no haberse presentado en clase a lo largo de todo el curso, también es responsabilidad del profesor y del conjunto de profesionales del centro puesto que en algún momento debería haberse puesto en contacto con su familia y las instancias oportunas a fin de buscar las causas y tratar de paliar dicha situación.

 Puesto que la evaluación no debe hacerse únicamente al final, durante todo el proceso hemos debido de ser conscientes de la existencia de una carencia en el aprendizaje de cualquier alumno/a y nuestra obligación consiste en articular todos los recursos a nuestro alcance y modificar nuestra actuación para tratar de adaptarnos a sus dificultades, pidiendo ayuda si es necesario. Además, resulta evidente que no sólo los alumnos son objeto de la evaluación, sino que los propios docentes deben evaluar su práctica y deben admitir las propuestas que se deriven también de la evaluación externa.

 Cuando todas estas condiciones se han cumplido... es IMPOSIBLE, a mi parecer, que los alumnos saquen ceros... Por tanto, es en la formación de los docentes en la práctica reflexiva donde se debería hacer más énfasis desde el Ministerio de Educación.

 A pesar de todo, no estoy en desacuerdo con el contenido de la orden ministerial, ya que considero que hay muchos profesores que utilizan el cero indiscriminadamente y consiguen, poco a poco, herir en lo más profundo de sus sentimientos a alumnos/as que pueden estar pasando por un mal momento y que en lugar de obtener un respaldo entre sus profesores sólo perciben rechazo y humillación por su parte. ¿Qué mejor forma de evitar esa humillación que abandonar la escuela? Es injusto que ese tipo de docentes puedan seguir divirtiéndose poniendo ceros.

 En resumen... adelante con la ley, pero busquemos más y mejores soluciones al fracaso escolar.

 PATRICIA RODRÍGUEZ GALLEGO

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